miércoles, 30 de abril de 2008

Era inevitable

Tanto avanzar en medios digitales, tanto 3D, tanto dibujar con Freehand, tenía que tener sus consecuencias. Añoraba el papel, el tacto, el sonido de puntas rasgando hebras de celulosa. Total que en un momento Pantene me he dado un capricho (certeramente aconsejado por un buen amigo) y me he comprado esto.



Una pasta, joer, cuando era chiquitillo no estaban tan caros. Pero bueno. Las circunstancias eran favorables.
Ha sido una sensación extraña, tener que leer las instrucciones porque el sistema no tenía nada que ver con el que recordaba (normal que en tres décadas los estilógrafos hayan evolucionado). Pero el tacto es el mismo. Las dudas también (¿Rotring o Staedler? Bah, Rotring de toda la vida).
Echo de menos aquella banda metálica que llevaba el cartucho de tinta para ajustarse, pero bueno...
Y las primeras pruebas, claro. Por supuesto yo con un Rotring es todo hacer rayas.



Penoso, pero ya mejorará.
Está bien rencontrarse con viejos amigos. Hum, mezclar esto con el pincel no lo había hecho nunca. Habrá que probar.
¿Lo que más me ha emocionado (aunque parezca mentira)? Limpiar la punta como hay que hacerlo.

lunes, 28 de abril de 2008

viernes, 25 de abril de 2008

Asunto de piños


Era una tarde preciosa, de esas primeras tardes de primavera en que la luz es diferente, el aire huele diferente y las mujeres que pasan por la calle parecen diferentes. Una tarde espléndida para pasear escuchando música suave, sentarse en una terraza a disfrutar de un café con hielo dejando el cerebro a medio gas y entornando los ojos para mirar hacia lo lejos o simplemente leer un buen libro en el silencio que se rompe solamente por el ruido de la brisa moviendo las ramas de los árboles.
Aquella tarde Cough salió de casa y se fue al dentista.
Había llegado el día en que se hacía la limpieza anual que se obligaba a realizar cada cinco años. El día mágico en que millones de momentos de humo y café desaparecían durante el milagro de la transformación del ocre amarillo en blanco. El día lejía.
Tras una espera sorprendentemente corta Cough se encontró sentado en lo que parecía un delirio de un masoquista. Sillón de simil-cuero beige, lámpara de quirófano, instrumental sacado de una película gore y, para compensar, un cuadro precioso ‘naif’ de una selva africana con sus chozas y sus palmeras, pero sin gente. Aquello le dio realmente miedo, los habitantes del poblado seguramente habrían huido huyendo de un peligro inimaginable.
La llegada de la dentista le pilló por sorpresa. La miró de arriba abajo. Una bata blanca que ocultaba cualquier forma, el pelo recogido en una cola y una mascarilla que sólo dejaba ver los ojos. Unos ojos dulcísimos, una promesa de cariño, de comprensión… cuando cogió el torno los ojos dejaron de tener importancia.
- Esto no te tiene que doler. Si te molesta mueve la mano y avísame.
Si los ojos eran dulces, la voz que se filtraba por la mascarilla era pura miel. Escuchar esa voz era como hacer el muerto en la playa mientras suena algo de Bach y te dicen que te ha tocado la Primitiva.
El sonido del instrumental era algo más inquietante.
Cuando el aparato ‘indoloro’ que emitía ultrasonidos para desprender la placa, a pesar de parecer un gancho de carnicero, alcanzó la encía el primer impulso de Cough fue convertirse en arma de destrucción masiva y arrasar el barrio hasta los cimientos a golpes. Pero instantáneamente algo le calmó. Mientras la dentista hacía su trabajo se acercó y apoyó sus pechos contra él.
La perplejidad le pudo. ¿Le estaban tirando los tejos? ¿Era necesaria esa proximidad? El momento en que la sangre le empezó a escurrir por la barbilla le pasó desapercibido, estaba demasiado ocupado pensando en el sacrificio de renunciar al espacio personal que había conseguido a cambio de ternura. Mientras tanto el limpiador había sido sustituido por algo parecido a un Vaporetta llena de bicarbonato.
- Esto te blanqueará los dientes.
Daba igual que cuando el chorro le alcanzara la lengua le picara hasta un nivel apenas soportable, daba igual tener que abrir las mandíbulas hasta desencajarlas, el próximo roce de esos pezones era una promesa, la cercanía era una esperanza mayor que el dolor. Estar tan cerca de una mujer lleno de esperanza pero sufriendo era muy parecido a una relación de pareja.

Un cuarto de hora después Cough estaba delante de la recepcionista con la cartera abierta. 50 euros.
Cough sacó el billete y lo puso sobre el mostrador. Al salir de la clínica no pudo evitar pensar en cómo sería ir al Scáncalo.

miércoles, 16 de abril de 2008

Envidia

Tanta historia de comenzar con los programas en 3-D y todavía sigo sin meterles mano. El 3D's Max: demasiado curro y demasiadas pocas neuronas funcionando, el ZBrush: ¡joer! si nunca conseguí aprobar modelado en Bellas Artes.
Y luego me llega el enano y en tres patás me hace cosas así.



Con sus detallitos y todo.



Y lo que es peor, se pega unos curros para los que no tengo paciencia.



¡Hum! no sé. Quizás deje el tema tridimensional para la próxima generación. Yo con aprender a usar el Poser a falta de modelos de verdad y el Painter a falta de pelas para materiales me conformo.
Aunque, a veces, tanto aprender ya se me viene largo. Total, si el lápiz ya me viene largo.
Y sí, quizás es orgullo de padre pero siempre he pensado que hay dos tipos de personas: las que hacen cosas y las que las consumen.
La herencia, es la herencia.



(Y tú a seguir currando, canalla).

domingo, 13 de abril de 2008

miércoles, 9 de abril de 2008

Todo es mentira

No sé si es deformación profesional o simplemente que tengo el cerebro comido desde chico por los anuncios, pero a veces me fijo en ellos y además de un forma crítica. Últimamente veo mucho anuncio que no anuncia nada y además totalmente fuera de la lógica (a ver si encuentro ese anuncio de donettes y puedo poner la frase exacta, que es para perseguirlos con antorchas).
Pero bueno, el caso de hoy es otro, el de Movistar.



Nada más verlo me chocó, algo raro había ahí. Esa manía de presentar datos de forma gráfica y tirando para casa (y la manía que tengo de ver números y empezar a echar cuentas).
De entrada entre las tres compañías suman 49'6 millones de móviles (vamos bien teniendo en cuenta que en 2007 España tenía 45'12 millones de habitantes, vamos que todos tenemos móvil, incluso los bebés, e incluso más de uno (por cierto, ¿conocéis a alguien sin móvil?)).
Pero aparte de eso, la diferencia entre Orange y Vodafone es de 4'8 millones. Entre Movistar y Vodafone son siete. ¿Por qué la pirámide azul es tan enorme?.
La primera disculpa fue pensar que la cantidad venía representada por la altura, pero me bajé el spot y 'medí' las pirámides: 49'12 para Movistar y 28'40 para Vodafone ¡casi el doble! cuando la diferencia es un 44%.
Pero pensándolo mejor, si la prepresentación es en pirámides lo que de verdad importa es el volumen. He echado mis numerillos y me ha salido esto:



Sí, visualmente es menos atractivo, pero al menos no intenta engañar a nadie.
Parece una tontería, pero ya puestos a mentir al menos hacerlo con imaginación.
Por cierto, esa pelea de colores de las compañías de móviles... ¿rojos? ¿azules?
Sí, yo soy de Vodafone.

lunes, 7 de abril de 2008

Pequeños detalles...

... que llegan a convertirse en detalles, tampoco grandes detalles. Parece que el tiempo de las grandes cosas acaba a cierta edad, seguramente porque se agota la capacidad de asombro, o el optimismo se transforma en realismo, o simplemente no se está para muchas emociones. Filosóficos andamos.
Hay cosas que hacen marcas en nuestro pasado, que recordamos como algo trascendental y que preferimos no revisitar para no remover cimientos. Y digo yo: ¡qué coño!
Estoy volviendo a leer 'El lobo estepario' de Hesse. Es un libro que recuerdo más que nada por la sensación de desnudez, de exhibicionismo; cuando cayó en mis manos (hace tiempo, por aquel entonces '1984' aún era una obra futurista) consumía cada página pensando 'este soy yo, o lo seré'. El tiempo nos pone a cada uno en nuestro lugar. Nada que ver.
Hoy me identifico poco o casi nada, aquel vacío de sus páginas me parece lleno de esperanza. Seguiré leyéndolo hasta el final (que no recuerdo) pero las cosas han cambiado. Cierto que algo de reflejo hay, pero yo más que lobo soy oso, más que sabiduría lo que he adquirido es paciencia y no me pongo plazos ni intento consolarme de lo que tengo haciéndome una puerta de salida.
En realidad lo que importa no es la transcendencia, sino los detalles.
Hace unas semanas volví a encontrar una tienda pequeñita en el Centro que se dedica a vender comics. Hoy en uno de mis paseos he vuelto a visitarla y me ha terminado de gustar. Me gusta que tenga a la vista nada más entrar comics que no son ni de Marvel ni de DC ni mangas, no ver trescientas figuritas, ni juegos de rol y que el manga se mantenga en una estantería quietecito. Me gusta rebuscar y encontrar cosas que me interesan aunque ya no estén en promoción, como 'Maus' (aunque no entre en mi presupuesto). En fin, el esculque.
Detalles, detalles...

miércoles, 2 de abril de 2008

Cosas que tiene la noche

Que digo yo, alguien podría haberle explicado a este chaval que existen los pianos.